Toda la razón. Más de una vez después de un mal día encontré distracción en un libro, o me sentí contenida por un libro. Otras veces hasta me pareció desconectarme total y completamente de la realidad, al punto de sorprenderme cuando dejaba de leer y miraba a mi alrededor, y me daba cuenta que seguía sentada en casa.
Sí, soy de las que se imagina lo que haría en una de esas historias, o la que se enamora de los personajes de sus libros.
Incluso soy de las que cuando termina una historia siente que perdió un amigo.
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